Compartiendo
la Palabra.
“Cuando
llegó el Día de Pentecostés, estaban todos reunidos. En un mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, como el
de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban. Se
les aparecieron unas lenguas como de fuego, las que, separándose, se fueron
posando sobre cada uno de ellos; y quedaron llenos del Espíritu Santo y se
pusieron a hablar idiomas distintos, en los cuales el Espíritu les concedía
expresarse”.(Hechos de los Apóstoles 2, 1-4)
“En cada
uno el Espíritu Santo revela su presencia con un don que es también un
servicio. A uno se le da hablar con sabiduría, por obra del Espíritu. Otro
comunica enseñanzas conformes con el Espíritu.
Otro
recibe el don de la fe, en que actúa el Espíritu. Otro recibe el don de hacer
curaciones, y es el mismo Espíritu. Otro hace milagros; otro es profeta; otro
reconoce lo que viene del bueno o del mal Espíritu; otro habla en lenguas, y
otro todavía interpreta lo que se dijo en lenguas. Y todo esto es obra del
mismo y único Espíritu, el cual reparte a cada uno según quiere”. (1Corintios
12, 7-11)
Reflexiona
y Consolida:
El
Espíritu Santo:
Cristo
mandó al Espíritu Santo para ayudarnos a asimilar su doctrina y darnos la
fuerza para cumplirla.
Debemos
colaborar con el Espíritu Santo aceptando su Luz y su Fuerza.
1:
El Espíritu Santo nos ayuda a asimilar la doctrina de Cristo.
El
Espíritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia, para
atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Señor resucitado, les recuerda su
Palabra y abre su mente para entender su Muerte y Resurrección.
2:
El Espíritu Santo nos da la fuerza necesaria para vivir nuestros compromisos
bautismales.
La vida
cristiana es una opción que debemos renovar todos los días. Dios nos deja
libres. En cualquier momento cabe la posibilidad de echarnos atrás, de
quedarnos indiferentes, de ser unos cristianos "domesticados" como
ciertos animales que sólo sirven para adornar el hogar, pero que ya no son
agresivos porque están domados.
3: El Espíritu Santo no deja de
venir a nosotros constantemente
Experimentamos
muchas venidas del Espíritu Santo durante nuestra vida. Las más fuertes son
cuando recibimos los sacramentos. Por medio de cada sacramento el
"artífice de nuestra santificación", el Espíritu Santo, va acabando
su gran obra en nosotros, nuestra transformación en Cristo.
EL ESPIRITU SANTO VIVIFICA LA IGLESIA.
“Lo que
nuestra alma es para nuestros miembros, eso mismo es el Espíritu Santo para
los miembros del Cuerpo Místico de Cristo es la Iglesia (S. Agustín)
La
Iglesia es el Templo del Espíritu Santo, el Espíritu es como el Alma del
Cuerpo Místico, principio de su vida, de la unidad en la diversidad y de la
riqueza de sus Dones y Carismas”
Toda la
Iglesia aparece como el Pueblo UNIDO por la unidad del Padre, y del Hijo y
del Espíritu Santo.
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